Linney y yo somos novios

corazones

Amigos, quiero compartir con ustedes algo muy especial: le he pedido a una hermana de mi iglesia que sea mi novia y ella ha aceptado. Estoy feliz como una lombriz 😉

Su nombre es Linney y es una hermana muy muy especial. Me fascina su forma de relacionarse con Dios y con los demás. Es intensa, expresiva y profunda. Sale a pelear por un hermano o hermana sin temor a ser herida y sin amedrentarse por lo que puedan pensar de ella. Tiene un corazón de oro. Sí, ya sé, la recomendación viene muy de cerca. Qué le voy a hacer.

Para que completen su ficha: tiene 28 años, estudió francés y actualmente trabaja dando clases en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de la Habana. Es nativa de Pinar del Río y lleva casi 10 años viviendo en La Habana.

Todo ocurrió en Pinar del Río. Habíamos ido desde el viernes un grupo de tres hermanos a su casa. El sábado por la noche, en un parque de Pinar lleno de gente, conversamos lo que teníamos que conversar y nos hicimos novios. Los amantes de la acción, que se vayan a ver la película del sábado, porque allí no pasó nada más. Le dijimos a su familia de lo nuestro (fue grande la alegría) y temprano en la mañana del domingo regresamos para La Habana. Yo tuve que venir en una guagua antes (cosas de ASTRO), pero fue mejor así porque pude recibirla en la terminal como Dios manda, con un ramo de flores. De ahí seguimos para nuestra reunión dominical y se anunció el noviazgo a la iglesia. Aquí termina mi crónica social.

Hoy es viernes. Llevamos juntos trece días y todavía me parece como un sueño. A diario doy gracias a Dios por traerla a mi lado y pongo a sus pies nuestro noviazgo para que añada más y más a su gloria. Qué les voy a decir: estoy enamorado.